Con la llegada del verano y como todos los años, los cooperativistas de Convivir hicieron coincidir el fin de curso de su coro con la fiesta de la noche de San Juan.
Se habían engalanado las instalaciones y después de la cena sanjuanera, nos esperaba la música, el broche de oro del coro que tras años de trabajo, ofreció un espléndido concierto de alta calidad en sus polifonías, interpretando a un variado número de autores representantes de las diferentes geografías y estilos.
Al llegar la medianoche, la quiemada ofrecía sus llamaradas a los sueños que emanaban de la fiesta con ese romper con lo viejo y con ese seguir en busca de lo nuevo. De un mun do de concordia, de amor y de paz.
La noche avanzaba. Las y los residentes-cooperatiovistas, bajo un cielo estrellado, regaron su paladar con la queimada y sus conjuros a la vez que saboreaban un sabroso bizcocho que ellos mismos habían amasado.
Siguiendo la canción de Serrat, comenzamos a subir la cuesta que abajo en su jardín se vistió de fiesta.
Rufino Hernández.
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